¿Qué y cómo queremos que nuestros hijos aprendan?

Cuantas veces hemos escuchado que los niños son como esponjas que todo absorben y aprenden. Vemos la rapidez y la facilidad con la que manejan la tecnología, que parece que nacieron con un chip diferente a generaciones anteriores.

El reto que enfrentamos como padres hoy es entender qué es lo que los estimula y los motiva a aprender e identificar cuáles son esos estímulos externos que ellos admiran.  Nuestra labor es orientarlos y a la vez cuidar de nuestro comportamiento como su principal “modelo” de aprendizaje social y emocional, ellos aprenden de la congruencia entre lo que les decimos y hacemos, diariamente les trasmitimos valores y creencias basados en el ejemplo.

Los estudiosos (Bandura) han identificado lo que dispara el que nuestros hijos quieran aprender de comportamientos ajenos y es a través:

  • De las personas que ellos perciben como cálidas y que los nutren.
  • De las personas que han recibido recompensas por su comportamiento.
  • Cuando ellos han sido recompensados por imitar el comportamiento en el pasado.
  • Cuando ellos no tienen confianza en su propio conocimiento o habilidades.
  • De las personas que están en una posición autoritativa en sus vidas.
  • De las personas que son similares a ellos en edad, sexo e intereses.
  • De las personas a las que admiran o que tienen un estatus social más alto.
  • Cuando la situación es confusa, ambigua o desconocida. (1)

¿Qué los motiva a imitar a otros? La motivación para identificarse con un modelo en particular es que tienen una cualidad que ellos desearía poseer.

Tienden a reproducir comportamientos que su sociedad considera “apropiados para su género”. Aquí el reforzamiento o castigo tanto externo como interno también son factores que estimulan o inhiben a replicar un comportamiento. Si un niño desea la aprobación de sus padres o compañeros, esta aprobación es un refuerzo externo, pero sentirse feliz de ser aprobado es un refuerzo interno. Nuestros hijos no aprenden por imitación sino interpretan o decodifican lo que ven y luego lo reproducen en consecuencia, una diferencia importante de este aprendizaje es el que con sus talentos innatos agregan valor de aquel que modelan e incluso pueden superar al modelo social (padres, hermanos, amigos, maestros, personajes ficticios) etc. Esto se llama “modelaje" en Programación Neurolingüística (2).

El reciente descubrimiento en la Neurociencia de las "neuronas espejo" (Rizzolatti) hacen posible que no sólo repliquemos los comportamientos, habilidades o destrezas que vamos imitando, sino también las emociones de los demás, y no solo sus acciones, aquí se genera la empatía (3). Esto nos ayuda a comprender el por qué los bebés sonríen cuando les sonreímos y hacen las mismas muecas que ven, los adultos nos emocionamos ante la alegría de otros o lloramos ante una escena triste en una película.

Imitamos las emociones de otros o, al menos, las emociones que inconscientemente pensamos que los otros manifiestan. Pero este efecto no se queda ahí, también imitamos posturas y expresiones faciales, el lenguaje, el tono, el acento y el léxico.

La existencia de estas neuronas nos convierte en seres sociales y empáticos, y generalmente se configura a partir acciones cooperativas conjuntas.

Esta estrategia de cooperación es lo que se llama "modelar más", llevando la modelización al siguiente nivel. ¿Quieres enfatizar el valor de la caridad? Haz que tu hijo sea voluntario contigo.

Si tu hijo es un adolescente para quien la idea de ser visto con mamá o papá le incomoda. Reflexiona sobre tus comportamientos pasados y pregúntate cuantas veces le demostraste con hechos la importancia de compartir y lo que le transmitiste como valor: "No importa cuán ocupado estoy, siempre hago tiempo para estar contigo, esto es lo que más me importa".

¿Quieres que tus hijos desarrollen el valor del agradecimiento y piensen positivamente? ¿Te molesta que se quejan y se frustran de lo que no tienen o no les compras? Si diariamente cuando están juntos en la cena o la comida crean el hábito de darle gracias a Dios o a la vida por las pequeñas bendiciones cotidianas como el sol, las sonrisas, el descanso, la salud, el amor de familia, los amigos, la comida rica, etc, Y cada uno expresa porque está agradecido, empiezas a instalar una ancla en su cerebro asociada a todo lo positivo que tienen y a aprender a dar gracias de todo lo bueno que llena sus vidas, en ves de enfocarse en lo que no tienen.

¿Quieres que tus hijos vivan el valor de la honestidad? Son cientos de pequeños mensajes no verbales que, como padres, enviamos todos los días sobre la honestidad; Si siempre llegas tarde, tu hijo asumirá que la puntualidad no es importante, aún más si además es estresante. Si dices que la gente siempre debe cumplir sus promesas, pero tu hijo te ve romper los compromisos que has hecho con él, porque estas cansado, es probable que no crea en tus palabras. Si tu hijo te dice que guardes en secreto algo que te confió y rompes esa promesa y se lo cuentas a tu pareja, ¿volverá a confiar en ti? Si le has gritado o humillado delante de otros porque estabas enojado es importante que muestres de verdad arrepentimiento y no digas “yo sé que hice mal … pero es que tú ……. Justificarse no es pedir perdón,  la humildad empieza en casa (4)

 
(1) Bandura, A. Social learning theory. Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall; 1977 (2) Dilts, R. DeLozier, J. NLP II: The Next Generation. Meta Publications; 2010 (3) Rizzolatti, G, Sinigaglia, C. Mirrors in the Brain: How our minds share actions and emotions: How Our Minds Share Actions, Emotions, and Experience. Amazon Kindle; 2018 (4) Gordon, K. The Teen Years. HarperCollins Publishers Ltd; 2008

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